jueves

1718


Tradicionalmente, las tropas se alojaban en las casas particulares y, en 1705, un Real Decreto recordó “lo que los vecinos de los lugares en cuyas casas fuese aquartelada gente de guerra han de tener a su cargo, que consiste únicamente en cama, luz, leña, aceite, vinagre, sal y pimienta”, lo que era conocido como “el utensilio”.

Una disposición de 1708 dispuso que los alojamientos se hicieran en las casas de los pecheros y, si no bastaren, se repartiesen en las de los hidalgos. Otra de 1731 extendió la obligación a los nobles.

En 1718 se expidió un Reglamento para establecer cuarteles, ya que se quería liberar a los pueblos y a sus habitantes de los gastos que implicaba recibir a soldados, pero el reglamento hizo recaer los gastos de construcción en los habitantes de los mismos pueblos, por lo que los primeros cuarteles no se finalizaron hasta mediados de siglo. En la imagen, un proyecto de segundo cuartel para la ciudad de Castellón conservado en el Archivo de Simancas y fechado a finales del siglo XVIII.

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