El 28 de enero de 1823, el Parlamento francés esperaba expectante la comparecencia de Luis XVIII ante la cámara. Una enorme concurrencia abarrotaba la sala cuando el rey Borbón, con porte majestuoso, subió a la tribuna para dirigir a los presentes las palabras que muchos estaban esperando: "Cien mil franceses están dispuestos a marchar invocando el nombre de San Luis para conservar en el trono de España a un Borbón, para preservar ese hermoso reino de su ruina y reconciliarlo con Europa". Las palabras del monarca no eran pura retórica: un ejército de unos 95.000 hombres se estaba concentrando al norte de los Pirineos para invadir España.
Los Cien Mil Hijos de San Luis, como se los llamó, tenían como misión reponer en su plena soberanía a Fernando VII y acabar con el régimen liberal instaurado en España tras la revolución de 1820, con la que se dio inicio al llamado Trienio Liberal.
El 9 de febrero, Fernando VII firmó un decreto poniendo en pie de guerra al ejército español para enfrentarse a los franceses y ordenó la movilización extraordinaria de 29.973 hombres, de los que 501 correspondieron a la provincia de Castellón.
Luis XVIII encargó la operación militar a su sobrino Luis Alfonso de Artois, duque de Angulema. En la noche del 7 de abril de 1823, Angulema cruzó con sus fuerzas el Bidasoa iniciando la invasión de España. Las tropas realistas españolas, los llamados Ejércitos de la Fe, que desde 1822 se habían sublevado contra el Gobierno liberal, iban en vanguardia de las francesas, con lo que el número de efectivos se acercó a 120.000 hombres.
El 1 de octubre de 1823, poco menos de seis meses después del inicio de la intervención militar, el duque de Angulema se arrodillaba para recibir a su primo Fernando VII en su cuartel general del Puerto de Santa María. La operación había sido todo un éxito, dando inicio a la llamada Década Ominosa (1823-1833).
La imagen nos muestra un extracto del decreto de 9 de febrero de 1823 de Fernando VII.
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