lunes

1867


El Brigadier Gabriel de Lacy Burgunyo fue Gobernador Militar de la Provincia de Castellón en los años 1867 y 1868. Cesó al constituirse la Junta Revolucionaria de Castellón el 30 de septiembre de 1868.




El Coronel de Ingenieros Nicolás Valdés Fernández elaboró un informe, firmado en Granada en noviembre de 1867, que se conserva en el Archivo General Militar de Madrid, con diversas propuestas para reforzar la defensa del litoral español.

Respecto a la costa de nuestra provincia escribió lo siguiente:

El desarrollo de esta costa llega a más de 22 leguas y toda ella es una playa abierta e insegura, de arena y terrenos llanos, sin más abrigo que una muy pequeña ensenada al Sur del cerro de Oropesa y las dos calas de Peñíscola, pero con fondo bajo, capaz únicamente de embarcaciones menores; ofreciendo, por consiguiente, muchos peligros a la navegación inmediata a tierra, que la dan bastante valor para evitar por sus propias circunstancias la invasión de cualquiera clase de enemigos.
Por estas razones, al proponer en 1861 las defensas de esta costa, se limitó el proyecto a la ejecución de una torre y conservación de varias de las artilladas para la vigilancia del litoral, y a robustecer la defensa de Castellón, Benicarló, Vinaroz y Peñíscola; con lo cual quedaba todo al abrigo de un golpe de mano y de las rápidas incursiones de los piratas.
Hoy día, que, a más de la carretera general a Cataluña, existe la línea férrea por todo el litoral, pasando por los diversos puntos de la costa hasta el inmediato Principado, basta con ella y el telégrafo que la acompaña para la vigilancia y seguridad por la defensa activa que puede tener lugar en cualquiera punto a donde sea necesario acudir en un momento dado.
En Castellón, capital de la provincia, a igual distancia de Valencia que Vinaroz su extremo, existen tropas y suficientes recursos para acudir con facilidad a donde más convenga con mejor efecto y tanta rapidez como se pudiera esperar de cada fuerte especial establecido en los diferentes pueblos o cabos abordables. Así pues, ahorradas las 7 torres de costa y los dos fuertes de Benicarló y Vinaroz, puede únicamente levantarse en Castellón el cuartel o cuarteles que sean necesarios para acantonar allí el grueso de las tropas defensivas; ejecutando en caso de guerra las baterías o líneas de campaña y de circunstancias que puedan convenir a la defensa de esta plaza.
En cuanto a Peñíscola, plaza de guerra de 2º orden, sin puerto ni avenidas que defender, innecesaria al enemigo como perjudicial a los defensores por la tropa y material que sin motivo allí se invierte, ya se dijo en la memoria que, no obstante su inutilidad, se podría conservar para vigilar la costa y dejar sus inmediaciones al abrigo de un golpe de mano, para lo cual bastará muy bien lo existente a más de las dos torres circulares que se proponían en el istmo y cerro de los Molinos, cuya defensa acaso es demasiada atendido el escaso papel de la Plaza. Tal vez convendría más prescindir de estas obras y aún de las del recinto, no dejando otra cosa que el castillo, tal como está, y dos trozos de las obras de fortificación de tierra que produzcan fuegos contra las pequeñas ensenadas y la tierra. En todo caso es preferible llevar una de las dos nuevas baterías a la orilla del camino y playa del río Cenia, para oponerse al paso del enemigo que, habiendo desembarcado en puntos lejanos, quisiera pasar a Castellón para sitiar a Valencia.
Basta, por consiguiente, a la defensa del litoral y paso a Valencia, el ferrocarril y telégrafo, y la batería de 20 piezas situada en Cenia en vez de las que se propusieron para Peñíscola.
La observación por la costa se reduciría a salir oportunamente de Valencia o Castellón las fuerzas necesarias a la defensa del punto amenazado”.

Emilio García Fernández, Teniente de Navío, fue Ayudante de Marina de Vinaroz interino, del 1-7-1867 al 17-8-1867.


Francisco Delgado Megías, Teniente de Navío, reserva; fue Ayudante de Marina de Vinaroz del 17-8-1867 al 1-10-1869.



Luis Sorando, el experto que tiene a su cargo la catalogación de las banderas del Museo del Ejército, escribió sobre una enseña que, indirectamente, tuvo relación con nuestra provincia: “Esta curiosa bandera, que algunos autores habían atribuido erróneamente a una Compañía de los famosos Tercios de Infantería del siglo XVII, pudo ser identificada gracias a la colaboración de D. Tomás Jacinto Ruiz, de Yecla. Se trata de una de las banderas usadas en la fiesta de la soldadesca de Yecla (Murcia) por la Compañía de Tiradores Arcabuceros que intervienen en ella. Esta compañía compuesta por vecinos de la localidad, escenifica todos los años, el día de la Inmaculada, un desfile o alarde, recordando a la antigua Compañía de Milicias que, bajo el mando del Capitán Zaplana, se formó en esa localidad a comienzos del XVIII. Esta Compañía usa una única bandera, que es renovada relativamente a menudo. Como lo prueban las seis que aún hoy conserva en su poder, todas ellas construidas a expensas de la "Asociación de Mayordomos de la Purísima". La más antigua de ellas está fechada en 1897, y su diseño es muy similar al de ésta que ahora nos ocupa y que debió ser usada en algún periodo inconcreto, entre 1800 y 1833, siendo -sin duda- a su vez, copia de otras anteriores. Retirada de servicio, al recibir la Compañía otra nueva, llegó a manos del Coronel carlista Urrutia, quién parece ser que la adoptó como propia para la partida que formó, y cuya acción más famosa sería la toma de un convoy del Regimiento Ceuta, el 25 de febrero de 1835, en las cercanías de Cervera. Muerto Urrutia en 1840, su viuda Teresa confió esta bandera a su amiga de la infancia Rosa Cervera, quien la conservó en su poder hasta el 9 de mayo de 1867, cuando fue descubierta y requisada por la Guardia Civil de Cervera (Castellón). Llevada a la Capitanía General de Valencia, se remitió al Museo de Inválidos por Real Orden del 20 de mayo de 1867, al tiempo que se iniciaba una investigación sobre su origen, que acabaría sin haber llegado a conclusiones claras”.




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